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Queridos lectores, el post de este mes va sobre mi experiencia en una pequeña isla del Mar Egeo llamada Lesbos (Grecia), en la cual llegan a diario refugiados de distintos lugares de Asia y África…

Voy a dividir el post en 2 partes ya que es bastante extensa mi expereriencia y lo que tengo que contar…

Estuve una semana realizando mi trabajo allí, en el campo de refugiados de Moria. Fuí con otra compañera de profesión Maite Sanz gracias a la cual hemos podido atender a todos los casos del campamento en esta corta estancia.

Quiero hacer un llamamiento a mis lectores optometristas y oftalmólogos, allí hacemos mucha falta… Si quieres ejercer tu profesión y ayudarles ponte en contacto conmigo.

Hay varias ONG allí ayudando y apoyando, está Kitrinos Healthcare que son en su mayoría médicos y enfermeros y los que nos derivan a refugiados que han perdido las gafas en el viaje, o tienen algún problema visual como puede ser una conjuntivitis, ojo rojo, ojo seco, cataratas… El campamento cuenta muchos voluntarios de todo el mundo, pude hablar con una mujer de USA (Virginia) y con un chico inglés, unos voluntarios asturianos odontólogos que justo están enfrente de la clínica. Esta también la conocida Remar española, nos traen calendarios a la óptica para ayudar a ex toxicómanos, ex convictos, y otros marginados sociales, pude hablar con un chico de Guatemala allí. Mucha gente volcada en ayudar a los refugiados.

Ver la realidad a veces no es fácil, pero a parte de tener un techo donde dormir y un plato de comida para comer… Pero el ser humano necesita otros estímulos por eso he hecho este post, me gustaría concienciar de lo importante que sería contar con más voluntarios, medios y proyectos para que estuvieran más plenos en su situación… Eso precisamente tendríamos que fomentar, contratar a asistentes sociales que jueguen con ellos, que les eduquen, que les den esperanza de un futuro mejor, y que les enseñen las cosas buenas de la vida. Fomentar la acción voluntaria en toda Europa y a nivel mundial; incluso crear casas para poder ir, muchos jóvenes seguro que querrían ir a ayudar con un proyecto, desde enseñarles a jugar con canicas, hasta llevar bicicletas e ir con ellas, organizar excursiones, llevarles a pasear o enseñarles nuestro idioma y nosotros aprender el suyo…  Y vivir esa experiencia… Resumiendo, hace falta mucha ayuda…

Allí hay gente preparada, entre los refugiados hay médicos, maestros, conductores, amas de casa… ¿No podrían fomentar el aprendizaje de nuestro idioma e integrarlos en nuestra sociedad?

En muchos casos existe la unificación de familias, se están localizando parientes de refugiados y ojalá nuestro querido traductor pronto pueda ir con su tío a Escandinavia.

Esa es mi percepción de lo que sucede allí, y hago un llamamiento a todos y cada unos de nosotros para que de alguna manera sepamos lo que sucede y no cerremos los ojos  en el que vivimos y que de alguna forma podamos concienciar y poder ayudar.

El próximo post hablaré de mi experiencia el la clínica oftalmológica y optométrica allí en  el campo de Moria.